27 agosto 2008

ACE CAFÉ LONDON

La edad de oro del motociclismo británico, en cuanto a afición y popularidad, llegó a su cumbre durante los últimos años de la década de los cincuenta y primeros sesenta, cuando marcas como Norton, Triumph o B.S.A. eran el referente obligado en todo el mundo. Miles de motocicletas se vendían gracias a los éxitos deportivos de modelos míticos como Manx, Bonneville o Gold Star, y circulaban por las húmedas carreteras del Reino Unido luciendo sus cromados con orgullo. Los aficionados acudían en peregrinación anual a la cita inexcusable del Tourist Trophy en la Isla de Man (entonces prueba puntuable para el Campeonato del Mundo de Velocidad) para contemplar -in situ- las habilidades de los ídolos del momento sobre el infernal circuito; Duke, Hailwood, Agostini, eran mitos de los que después se hablaba y comentaba en los círculos motoristas. Y fueron curiosamente los más jóvenes de aquellos aficionados los que impulsaron una estética nueva, una manera diferente de entender el motociclismo que rompía con las atildadas costumbres de la sociedad británica de posguerra. Se les denominó Rockers , puesto que el Rock & Roll era la sintonía diferente de una generación nueva, rebelde como casi todas. Y aquellos Rockers se reunían en los cafés de carretera, ya que la peculiar idiosincrasia de los pubs ingleses hacía muy dificil compaginar los estrictos horarios y precios con las apetencias y actividades de los motoristas de entonces.

Los cafés de carretera se situaban en las afueras de las grandes ciudades, Londres, Manchester o Birmingham, y servían como parada obligatoria para los camioneros (en gran número siempre en toda Gran Bretaña, pero que en los años cincuenta y sesenta eran legión). En estos establecimientos sólo se permitía la venta de café, té, y comidas (el consumo de alcohol en público quedaba restringido a los pubs), además su horario era muy amplio, llegando la mayoría a estar abiertos durante toda la noche; así no era de extrañar que las incipientes circunvalaciones de las grandes ciudades tuvieran varios cafés que se utilizaban como lugar de encuentro de todos los rockers de la época, relegando a los camioneros a puntos más alejados de los epicentros urbanos. Se crearon cafés exclusivos para motoristas con curiosos nombres como "The Busy Bee", "Nightingale" o "Johnson´s", pero el que reunía a un mayor número de aficionados era sin duda el Ace Café de la North Circular Road (especie de primitiva M-30 de Londres.

Allí se daban cita cientos de rockers, y el espacioso parking se convertía a diario en un exótico salón de la motocicleta al aire libre. Bajo sus neones relucían los cromados de las café-racers (preparaciones deportivas) y los brillos satinados del cuero negro se entreveraban con los aromas del café, el té y los lubricantes Castrol, creando una estampa clásica del más genuino motociclismo "Made in England".
El masculino y musculoso sonido de las bicilíndricas británicas se mezclaba asimismo con el insustituible Rock & Roll de la época, con "el rey" Elvis y su corte de aulladores; Gene Vincent, Eddie Cochran o Jerry Lee Lewis. Y allí se escenificaba toda la parafernalia de piques entre seguidores de Norton, Triumph, Velocette o B.S.A. con sus consiguientes derrapadas, adelantamientos por el "wrong side", contusiones y bajas inevitables sobre el resbaladizo asfalto londinense. Era legendaria la apuesta sobre quién iría hasta el roundabout mientras sonaba un hit de Jerry Lee y regresaba a la explanada del café antes de que el Killer de Louisiana hubiera terminado de sacar notas incendiarias de su piano en "Great Balls of Fire", por ejemplo. Allí aparcaban motoristas solitarios en busca de acción y los clubs más preeminentes y numerosos de la escena rockera, como el Club 59, cuyo presidente de honor no era otro que el reverendo padre Bill Shergold, a la sazón párroco de Paddington, otra excentricidad británica, cómo no. Su amplio salón y los alrededores sirvieron asimismo como escenario natural para la filmación en 1963 de la película "The Leather Boys" de Sidney J. Furie, donde en un contrastado blanco y negro discurría la acción entre acelerones de Triumph Bonneville, amores desgraciados y té con leche. Aunque todo ese ambiente brumosamente inglés, de brillos metálicos y rock & roll en estado puro, fue marchitándose a medida que la década llamada prodigiosa insuflaba a velocidad vertiginosa nuevas modas y modos. La psicodelia, el Swingin London, los Hippies y otras tendencias más insanas transformaron los gustos y las actividades de las generaciones más jóvenes y pujantes. La consecuencia fue que los cafés se fueron quedando vacíos de motoristas, los negocios se arruinaron y a finales del año 1969 el Ace Café cerró sus puertas y el local finalmente se traspasó.

Pero con el resurgir en los años ochenta de la afición de raigambre anglosajona sobre las motocicletas antiguas y las mecánicas de lustre en general, era cuestión de tiempo el que se intentara revivir el espíritu de la época en alguno de aquellos lugares. Y ya a mediados de los años noventa se convocaron reuniones de motos clásicas en los alrededores de lo que había sido el mítico Ace Café, y que en aquellos momentos no era más que un semiabandonado almacén de neumáticos. Al calor de un ímpetu infatigable y superando los obstáculos sin desaliento, Mark Wilsmore, (el factótum de la reapertura) se hizo con el traspaso del local y gracias a las ayudas de algunos sponsors, como la revista especializada Classic Bike, entre otros, y a la comprensión de las autoridades municipales, que en este caso entendieron la rehabilitación de un inmueble histórico, consiguió llevar a término las obras de reconstrucción fidedigna del edificio original, respetando la característica arquitectura racionalista de los años treinta. Y ha logrado un gran éxito en la reapertura oficial del nuevo Ace Café-London que se celebró los días 8 y 9 del pasado mes de septiembre-2001. Allí se dieron cita durante el fín de semana cerca de 30.000 aficionados procedentes de todo el mundo. Y se pudieron admirar joyas rescatadas de cientos de garajes; Café-Racers de alta cuna, Triton, Gold Stars, Velocette "Thruxton", Vincent "Black Shadow", humildes B.S.A. monocilíndricas de posguerra, Ducatis de última generación o "Streetfighters" de exótico diseño. Todo un universo motociclista al servicio de la vista, el oido y hasta el olfato del buen aficionado. Allí se congregaron viejos rockers, supervivientes de las aventuras de los años sesenta con su maquinaria de entonces, y jóvenes que aún no habían nacido pero que recogen el testigo de la afición hacia las dos ruedas y hasta algún club de mods con sus "secadores de pelo", Vespas y Lambrettas plagadas de espejos, en camaradería de bromas sobre las batallas, más legendarias que cruentas, entre las facciones rivales de rockers y mods en las playas de Brighton o Hastings.

Y allí se celebran en la actualidad eventos relacionados con el mundo de las dos ruedas: reuniones de marcas actuales o ya desaparecidas, de modelos, homenajes a pilotos, presentaciones de libros, revistas, concentraciones de clubs, conciertos de rock&roll, audiciones de "oldies", también cuenta con una tienda anexa de artículos para el motorista con cierto aire retro o sencillamente sirve como punto de partida para una excursión de sábado o para entrar en calor con un té humeante, o despacharse un "fish & chips", o incluso para tomarse una pinta de cerveza, porque ahora si tienen licencia. En fin, es un lugar de obligada parada para todo el que sienta cercano el espíritu motorista más primigenio, sin distinción de edad o tendencia. Lo dicho, todo aquel que viaje a Londres y sienta embriaguez con los aromas de la gasolina con ricino no debe dejar de acudir a la llamada del Ace-Café (North Circular Road, Stonebridge, London NW10 7UD - http://www.ace-cafe-london.com/)